Recomendaciones para un uso ajustado de Internet y redes sociales
Como os contaba en una entrada anterior, parece que las nuevas tecnologías no son inherentemente dañinas, sino que conllevan, como tantas cosas en la vida, riesgos y oportunidades. Por eso, una de las primeras cosas a tener en cuenta es que no hay motivo para demonizarlas de primeras, y, a su vez, que será necesario estar al día y conocerlas, reconociendo sus oportunidades y sus riesgos, para poder acompañar a los más jóvenes en el uso que le dan.
En el momento de pandemia que nos ha tocado vivir, es impensable que los menores no usen las pantallas, las tecnologías, las redes sociales, pues no solo es la forma de conectar entre amigos/as y familiares, sino que prácticamente todos los colegios e institutos echan mano de ellas para poder seguir ofreciendo sus enseñanzas. Así que, esto ya ha modificado claramente el panorama de su uso.
Las recomendaciones que damos desde el ámbito sanitario, ya sea por parte de pediatras, psicólogos/as, psiquiatras, tienen que ver con el ajuste del uso de Internet a la edad de los menores, al tiempo y tipo de uso; con la calidad de las aplicaciones que son vistas; con la higiene del sueño y con la protección de la privacidad y seguridad en la red.
Así, para los niños/as más pequeños/as, aquellos que no llegan aún a los dos años de edad, se recomienda que se eviten las pantallas o que estén el menor tiempo posible. Hay excepciones, y es cuando se trata de contactar con familiares y amigos/as a través de videollamadas y cuando se usan para temas “educativos” donde se recomienda el uso de aplicaciones educativas de alta calidad. Y lo fundamental: siempre en interacción con los adultos.
Para niños/as de dos a cinco años, la recomendación general es que se limite el uso de las pantallas a una hora al día, con programas educativos de alta calidad y en interacción con los adultos. Lo ideal sería que no se les dejara solos con las pantallas y no se usaran para calmarlos… Pero … como bien saben los padres, esto no siempre es fácil. Aún así, tengamos en cuenta que menos tiempo es mejor.
Para niños/as de seis años en adelante es momento de establecer límites de tiempo claramente definidos acorde con el contenido y el contexto de uso. Para ello, es útil tener en cuenta que los niños/as deben pasar ciertos tiempos realizando distintas actividades como comer, dormir, jugar, ducharse, etc. En este sentido, vale la pena pensar en que:
Los niños/as deben pasar un tiempo diario realizando actividad física, a poder ser al aire libre, que sea de 180 minutos, al menos, en niños/as de uno a cinco años y de 60 minutos a partir de los seis años, aunque siempre más es mejor.
Habrá que dedicar un tiempo a la interacción con la familia, al juego, al estudio en casa, a la alimentación y al sueño.
Cada familia puede tener su propio ajuste de tiempos en cuanto a estas actividades, pero, echando un cálculo rápido, si los niños/as mayores de seis años, pasan ocho horas durmiendo, ocho horas en el colegio, unas tres horas dedicadas a la alimentación (desayuno, comida y cena, tentempié de media mañana y merienda) y una hora, mínimo, de ejercicio físico, ya tenemos 20 horas ocupadas en el día. Es decir, que quedan cuatro horas, entre semana, para hacer los deberes, para la higiene personal, para el juego, la interacción con la familia y el uso de las pantallas. Tener consciencia de estos tiempos puede ayudar a diseñar un plan de uso de las tecnologías, que será importante que se establezca involucrando a los menores.
Dado que el cuidado del sueño y de la alimentación es primordial para el crecimiento de los más jóvenes, se recomienda que se mantengan libres de dispositivos tecnológicos los dormitorios y las horas de las comidas, así como apagar todas las pantallas cuando no se estén usando y que no se usen, al menos, una hora antes de ir a dormir.
Otra de las cosas a tener en cuenta es la salud ocular de los menores (¡y de los mayores!). Para ello, es aconsejable asegurarse de que se levanta la vista de la pantalla y se mira a lo lejos cada 20 minutos, manteniendo esta mirada, al menos, unos 20 segundos.
Muchos padres saben que 13 años es la edad mínima para la mayoría de los sitios de redes sociales. Sin embargo, los expertos recomiendan que su uso sea a partir de los 16 años. Su argumento es que su uso se permite a partir de los 13 años porque es la edad en la que las empresas no tienen la prohibición de recabar datos de los menores sin consentimiento parental, no porque psicológicamente estén preparados para el impacto de las redes en sus vidas.
A los padres se les anima a estar al día y pendientes del cambiante panorama digital, y a dar ejemplo en el consumo mediático saludable. Para ello, se les invita a tener conversaciones y discutir abiertamente sobre qué sitios y qué contenidos están fuera o dentro de los límites; a enseñar que hay programas desconocidos que es mejor no descargar, a proteger a los menores de seis años de la violencia virtual; a no compartir información personal y privada con enlaces sospechosos; a no responder a mensajes no solicitados de extraños y a proveerles de la confianza necesaria para que puedan contar si alguien les está acosando.
Y ya, por último, me gustaría terminar añadiendo recomendaciones para todos nosotros, tengamos las edades que tengamos:
Elegir siempre lo que queramos ver y no dejarnos llevar por lo que nos muestran.
Desactivar las notificaciones en el móvil pues estimulan la distracción y la desatención.
Buscar la fuente de información de lo que leamos y no creerlo a “pies juntillas”.
Seguir a quien nos guste y a quién no nos guste, abrir la mente a distintas opiniones es un buen factor de protección frente a la polarización.
Os dejo algunas recomendaciones interesantes para medir el consumo mediático de los menores y establecer planes saludables de uso: