El dilema de las redes sociales. ¿Impacto positivo o negativo?

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Decía Olaf en Frozen II: “Las nuevas tecnologías serán nuestra salvación y también nuestra ruina”. En mi opinión, esta frase no venía a cuento en la película, pero sí ahora, en el momento actual en el que estamos. 

La incorporación de Internet y las nuevas tecnologías en nuestras vidas ha sido de tal magnitud que ha provocado cambios sustanciales en nuestra forma de entender el mundo, de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos

Recientemente he visto el documental The social dilema y me ha hecho pensar en si Olaf tendría razón.  

Para quién no lo haya visto o no lo pueda ver, os comento a grandes rasgos las principales ideas que se exponen en dicho documental:

Primeramente, nos hablan de que las nuevas tecnologías empezaron siendo una herramienta muy útil de trabajo y comunicación, pero que en el momento actual han dejado de ser un instrumento y han pasado a usar a los clientes como instrumentos. En sus palabras “si no pagas por el producto, eres el producto”. 

A continuación, señalan los problemas que trae el excesivo uso de las redes sociales en la salud mental; la facilidad con la que se puede manipular y controlar el comportamiento humano, la rapidez con la que viajan las ‘fake news’ y la dificultad a la hora de discernir qué es verdad y qué no; la polarización política extrema y la amenaza global a las democracias.

Finalmente, acaba proponiendo que lo que hay que cambiar es el modelo de negocio e  incluir una mayor regulación y legislación sobre la privacidad individual, protección a los usuarios, permitir que haya competencia y que podamos tener un concepto común de realidad. En sus palabras: “no hay que matar la tecnología, sino hacerla más humana”.

Parece que estuvieran hablando con Olaf y diciéndole: “venga, hombre, no seas tan determinista. Tenemos la opción de cambiar el rumbo de las nuevas tecnologías si las hacemos más humanas”. 

Tras visualizar el documental he querido indagar un poco más en el tema de la salud mental y el impacto de las redes sociales e Internet en niños, adolescentes y jóvenes, que son los grupos de edad que me parecen más vulnerables. Digo vulnerables porque ellos no han vivido nunca sin todas estas nuevas tecnologías, no saben cómo era antes, no saben que las usábamos como puras herramientas. Para ellos no son “nuevas”, sino parte de su día a día. 

Se entiende por “redes sociales” cualquier sitio web que permita la interacción social; es decir, Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, sitios de juegos y mundos virtuales. En adelante, voy a usar los términos “Internet”, “redes sociales” o “nuevas tecnologías” indistintamente, aunque soy consciente de que cada uno tiene sus distintos matices. 

En las diversas investigaciones que he revisado, acerca de si el impacto de las nuevas tecnologías y las redes sociales en la salud mental de los más jóvenes, es positivo o negativo, los resultados son ambiguos, a veces inconsistentes y otras contradictorios. En lo que todas están de acuerdo es en que hay un impacto negativo que habría que minimizar, y que va a depender del tipo de uso, tiempo de uso y edad de los usuarios; y un impacto positivo. Coinciden, también, en que se encuentra una correlación positiva entre oportunidades y riesgos, es decir, que cuantas más oportunidades obtengan los menores con el uso de Internet, también estarán más expuestos a sus riesgos. 

En cuanto al impacto negativo, si nos centramos en la primera infancia, se dice que los más pequeños, aprenden peor de los medios digitales que de las interacciones con sus cuidadores. Incluso llaman “déficit del video” a la dificultad que tienen los infantes, menores de dos años y medio, a la hora de transferir los aprendizajes que extraen del mundo digital al mundo real. Por ejemplo, niños/as de unos quince meses, podían aprender palabras que veían en aplicaciones para pantallas táctiles, pero les costaba trasladar ese conocimiento al mundo real. Otros riesgos en estas edades, tienen que ver con una peor calidad del sueño (la luz azul de las pantallas afectaría la liberación de melatonina y la regulación de los ritmos circadianos), con la salud ocular (en concreto con el desarrollo de miopía) y con retraso en el desarrollo socioemocional. 

En cuanto a los riesgos potenciales en adolescentes, se observa que el uso problemático del móvil ocurre más en secundaria y bachillerato que en primaria. En estas edades, el impacto negativo sobre su salud mental tiene que ver con la posibilidad de que el excesivo uso de Internet genere:

  • Problemas de sueño, 

  • adicción (por el “miedo a perderse algo” o FOMOFear Of Measing Out”),

  • depresión (la ya llamada “Depresión de Facebook”),

  • autoimagen y autoestima negativas,

  • aislamiento social (por la disminución en sus interacciones sociales), 

  • exposición al “cyberbulling” (uso deliberado de medios digitales para comunicar información falsa, embarazosa u hostil sobre otra persona), y 

  • exposición al “sexting” (envío de mensajes eróticos, sexuales o pornográficos).

Otras de las preocupaciones que acompañan a este grupo de edad, son el manejo de su privacidad, huella digital (registro de la actividad web) y reputación futura; así como la vulnerabilidad que presentan ante las manipulaciones de los anunciantes, vendedores y estafadores en las redes. 

En cuanto al impacto positivo, se concluye que los menores están evolucionando del uso principalmente lúdico al uso comunicativo. En este sentido, Internet:

  • amplía las formas de socialización de los adolescentes que confían en las plataformas digitales para mantenerse en contacto con sus amigos y familiares,

  • facilita la recopilación de información relevante para sus trabajos escolares y para sus intereses,

  • proporciona oportunidades de aprendizaje mejoradas,

  • favorece la autoexpresión y la creación de una identidad propia,

  • fomenta la comunicación activa y reduce la soledad (sobre todo es útil en aquellos adolescentes con cierta ansiedad social),

  • construye comunidad al compartir experiencias con iguales, y 

  • permite el desarrollo de una mayor autonomía (la separación e individuación de los adolescentes con respecto a sus padres).

Algunos estudios consideran, incluso, que el uso de Internet puede potenciar el área cognitiva, ya que contribuye a desarrollar procesos de atención dividida o simultánea. Sin embargo, aquí también los estudios se contradicen, pues otras investigaciones han relacionado el uso excesivo de Internet con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. 

En definitiva, no hay unanimidad en el impacto que producen las redes sociales o internet en los más jóvenes. Como con casi todo, hay pros y contras y eso nos lleva a tener que reflexionar y sacar nuestras propias conclusiones sobre qué uso de Internet es el que minimiza el riesgo y potencia las oportunidades. 

En una de las siguientes entradas del blog os dejaré las recomendaciones para el uso adecuado de Internet.  

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