La meta correcta para mi

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Hay muchas personas que se ponen metas para el año nuevo, sin embargo, yo soy más de pensarlas en septiembre, creo que tantos años de colegio y universidad han influido en ello. 

Reconozco que siempre me han angustiado las “metas”. Cuando alguien me ha preguntado “¿cuáles son tus metas para el año que viene?” o ¿qué quieres conseguir?, lo más probable es que me haya quedado en blanco, me haya bloqueado y no haya sabido qué contestar. De algún modo, mi mente entiende “meta” u “objetivo” como algo “grande” e “importante”; como un “deber”, que una vez establecido, ha de ser cumplido pase lo que pase; y como algo que he de saber contestar a la primera, sin casi necesidad de reflexionar. Es como si una parte de mi personalidad, o una parte de mi, se apoderara del resto y decidiera, que lo que tiene que ser correcto para mi, es la grandeza, la importancia y el deber. No hay nada de malo en ello, lo malo es que esa parte no tiene en cuenta mi “yo” al completo y considera solamente este criterio rígido. 

Voy a hacer un inciso, por si os lo estáis preguntando: sí, nuestra personalidad no es una y única, tenemos partes que a veces quieren cosas distintas y contrapuestas, otras veces se escuchan, y muchas otras se evitan y se anulan. Es el objetivo de la psicoterapia reconocerlas e integrarlas. Se acabó el inciso. 

Como os decía, como lo de pensar en mis metas me bloqueaba, empecé a leer y a aprender como lo hacen otras personas. Primero descubrí que era necesario conectar conmigo misma desde la honestidad. De esta manera podía sentir internamente si las metas que mi mente me planteaba eran correctas para mi o no. 

Otra cosa que aprendí es que es importante anotarlas, priorizarlas, segmentarlas en pasos más pequeños y adjudicarles los tiempos y esfuerzos que requerirán. Esto último es muy importante pues ¡no tenemos ni tiempo ni energía infinitos! Un libro que conozco bien, “Resurgiendo. Técnicas para la Exploración de la Conciencia”, por Harry Palmer, habla del establecimiento de metas, la voluntad para conseguirlas, la capacidad de atención y las creencias que nos limitan. En él se invita a pensar si la “Meta Correcta Para Mi” es estimulante, si ofrece beneficios tanto a los demás como a uno/a mismo/a, si permite expresar la creatividad personal y si otorga la posibilidad de obtener reconocimiento de los demás. 

Más adelante, de la mano de Joy Hicklin-Bailey, descubrí que lo interesante de las metas es plantearlas según los criterios del acrónimo inglés SMART, es decir, que sean simples y específicas; medibles y que tengan sentido en tu vida; alcanzables y que puedas chequear si lo has conseguido; realistas con la vida que llevas y que incluyan los tiempos en los que quieres conseguirlas. Asimismo, es útil nombrarlas en primera persona, expresadas en positivo y como si ya las hubieras conseguido. 

Otra cosa interesante, es que el tipo de pregunta que te hagas hará que aparezcan respuestas distintas y por tanto estimularán objetivos distintos. Por ejemplo, si te preguntas: “¿cuáles son mis metas para el año que viene?”, esto traerá un tipo de respuesta, pero si te preguntas “¿qué es lo que más me entusiasma?” o “¿cuándo me siento más feliz?” es casi seguro que aparecerán respuestas de otro tipo. Recientemente, Pilar Cardeña, me regaló otra pregunta: “¿Qué haría que tu vida valiera la pena ser vivida?”… Interesante, ¿no?

Pasa algo más con las metas, es algo curioso que quizás hayáis notado. El objetivo de planteárnoslas tiene que ver con ganar en libertad, abrirse nuevas posibilidades y marcarnos un camino a seguir; pero a veces, no resulta de esta manera. De repente aparece una parte de la personalidad que obliga y persigue, una especie de energía que presiona para conseguir lo que te has propuesto, y justo en ese momento aflora también una energía en contra, la resistencia a cumplir con tus propias metas. Es como cuando decides que quieres perder peso y que vas a empezar una dieta, y es decirlo, y casi en automático, empezar a sentir la absoluta necesidad de comer chocolates, galletas y patatas fritas. O ese tipo de resistencia que brota cuando sientes que alguien está presionándote a hacer algo, inmediatamente puede surgir ese mismo tipo de energía que se resiste a hacerlo. En realidad, a mi entender es así de sencillo: a nadie le gusta que le obliguen a hacer cosas, las quiera o no, incluso si quién obliga es uno/a mismo/a, y de ahí que nazca la resistencia. 

A este respecto yo he aprendido, que cuando siento resistencia a cumplir mis propios objetivos, me interesa, primero, acoger dicha resistencia, es decir, ¡no resistirme a la resistencia! y después decidir si sigo adelante con dicha meta o la dejo marchar. 

Puedo reconocer que fijarme metas honestas y atendiendo a todo mi “ser” me da alegría, me estimula, me ordena y da sentido a mi vida. Estas sensaciones me señalan que la meta es correcta para mi y para todos los implicados en ella. 

Y ahora, si os apetece reflexionar sobre el tema, os dejo algunas preguntas: ¿qué haréis para identificar vuestras metas para el año nuevo? Si supierais que no podéis fracasar, ¿qué intentaríais? y ¿qué te gustaría hacer simplemente por hacerlo?

Os deseo un feliz y productivo año nuevo.

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