Cómo abordar el problema de la exposición involuntaria (EI) a la pornografía en los menores desde nuestras familias
Para poder ayudar a nuestros adolescentes en este tema, debemos conocer los entresijos del problema. Y como no es un tema simple, tomaos con paciencia la lectura del texto.
Vamos a ello:
¿Hay consecuencias de la exposición involuntaria a la pornografía en los menores?
Cada vez son más los estudios que muestran que sí hay consecuencias perjudiciales para el desarrollo psicosexual, afectivo y psicosocial de los menores cuando se ven expuestos involuntariamente a material sexual en Internet. Los efectos nocivos que se destacan tienen que ver con una mayor activación fisiológica (como por ejemplo, mayor nerviosismo, agitación, sobresaltarse exageradamente, dificultad para conciliar y mantener el sueño...); con problemas de concentración; con síntomas de evitación de cualquier cosa que pueda recordarles la exposición; con embotamiento emocional (es decir, menor capacidad para sentir las emociones) y presencia de sorpresa, asco, shock, vergüenza y confusión; con fantasías e impulsos sexuales hacia objetos o situaciones poco habituales; con pérdida de interés hacia temas y actividades que antes provocaban satisfacción; con problemas de autoestima y de identidad; con problemas en las relaciones entre iguales y con un menor grado de vinculación con los progenitores.
¿Qué consecuencias se mantienen a largo plazo?
No hay aún tantos estudios que hayan evaluado los efectos a largo plazo de la exposición involuntaria (EI) a la pornografía, pero se apunta que la exposición involuntaria podría fomentar creencias sexuales erróneas (por ejemplo, el sexo empieza a verse como una acción de desahogo físico fortuito en vez de una acción afectiva y relacional), mayor desigualdad de género, actitudes sexuales excesivamente permisivas y /o violentas (en general, hacia las mujeres), mayor promiscuidad sexual, edad de inicio en las relaciones sexuales excesivamente temprana, y hasta reacciones emocionales intensas como ansiedad, depresión o síntomas de estrés post traumático.
¿Hay diferencias entre niños y niñas? ¿Qué otras variables inciden?
Los estudios demuestran que sí hay diferencias según el género, siendo más insidiosas las consecuencias en los niños que en las niñas. Esto se debe a que los niños están más expuestos a la pornografía que las niñas, seguramente porque es más habitual, entre iguales varones, compartir el contenido sexual que ha llegado a sus manos involuntariamente, que entre iguales féminas. En el caso de las chicas, se observa que ellas experimentan más emociones de sorpresa, asco, shock, vergüenza y confusión, frente a los chicos que pueden mostrar más excitación aún siendo una exposición involuntaria. Esto se puede explicar por una mayor disposición en los chicos a responder positivamente ante las cuestiones sexuales.
No obstante, yo tiendo a pensar que puede haber un impacto mayor en el desarrollo del autoconcepto de las chicas, en función del contenido al que sean expuestas. Me explico. En muchas escenas pornográficas, es la mujer la que recibe un trato sexual irrespetuoso y hasta violento. Lo que me planteo es el tipo de preguntas que se va a hacer una adolescente al ver estas imágenes: ¿qué es ser mujer en una relación sexual?, ¿a qué tengo derecho en el sexo?, ¿puedo negarme o no a tener relaciones sexuales?… Si se hace estas preguntas, pues ni tan mal, porque mantiene su capacidad reflexiva y puede decidir, pero si simplemente asume que ese es el rol de mujer que le corresponde, afectará inevitablemente a la construcción de su identidad psicosexual…
Y así llegamos a otra de las variables importantes en este tema, que es el contenido. Los estudios muestran que no tiene el mismo impacto en los menores el visionado de un tipo de contenido sexual u otro. En concreto, los efectos en los menores son peores si se ven expuestos al visionado de juegos sexuales que implican sometimiento, violación, violencia sexual, actividad sexual con adolescentes y actividad sexual con niños pequeños. Aunque ¡por suerte! las escenas más vistas no son éstas, sino que son escenas con gente desnuda que no está teniendo relaciones sexuales, o situaciones de relaciones sexuales entre hombre-mujer, o personas desnudas que enseñan sus genitales.
Otra de las variables relevantes que tenemos que tener en cuenta es la edad de exposición involuntaria a la pornografía. Cuanto más tempranamente se vean, los menores, expuestos al contenido sexual online peores serán las consecuencias. Los cerebros menores son más vulnerables y menos capaces de lidiar con lo que están viendo.
¿Cómo se puede abordar el problema de la exposición involuntaria a la pornografía en las familias?
En estas circunstancias, lo ideal es que los menores acudan a sus progenitores a contarles lo que les ha ocurrido. Pero los adolescentes no suelen hacer esto, más bien al contrario, se callan, lo ocultan, convirtiendo lo visto en algo secreto, atemorizante, vergonzante, y como mucho lo comparten con sus iguales, que están igual de perdidos que ellos.
Entonces, ¿qué está en nuestra mano, como adultos, hacer? Podemos pensar en el control parental digital, necesario e imprescindible, sí, pero me parece aún más importante que construyamos relaciones de seguridad y confianza con nuestros menores desde que son bien pequeños. Que les enseñemos a tener una sana comunicación emocional con nosotros, y eso se consigue dando ejemplo. Mostrándonos vulnerables cuando lo estamos siendo, sin ocultaciones que los niños captan a la perfección, aunque no sepan darle el verdadero significado. Hablándoles de lo que nos preocupa con un lenguaje adecuado a su nivel cognitivo y emocional, o de lo que nos satisface, o de lo que nos da vergüenza y nos asusta. Empezando a ponerle nombre a las emociones desde que son chiquitos, pues esta habilidad de la identificación emocional no la pueden desarrollar por ellos mismos, y no sabrán lo que les acontece si nosotros no lo nombramos antes. Evitando juzgar sus opiniones y en su lugar validarlas (podemos no estar de acuerdo y a la vez comprender que ellos piensen de esa forma concreta). Hablándoles de sexo y sirviéndoles de guía al favorecer que nos pregunten lo que sea que necesiten saber para que así no tengan que buscar esa información en dudosas y dañinas páginas de internet. Abriéndonos a conversaciones sin censura ni restricciones morales o religiosas, con ese tipo de escucha genuinamente interesada y empática que es la base de una relación segura y confiable. Educándoles en valores que les conciencien de las consecuencias de sus actos, enseñando el respeto sin importar el sexo, la raza o la edad, inculcando la solidaridad, la responsabilidad personal, el autocuidado y el amor al prójimo. Modelando estos roles parentales de respeto, afectividad, y presencia, los adolescentes van a ser capaces de construir y afirmar su identidad psicosexual teniéndonos como apoyo, dirección y guía.
Gracias por vuestro interés. Es un placer para mí compartir lo que sé y ayudar a las familias a reconocer los síntomas y a aportar soluciones.