El setting condiciona la experiencia interna

¿Qué quiero decir? El setting o el encuadre es el espacio en el que acontece la psicoterapia, es la estructura y los límites establecidos y la forma de estar en las sesiones. La estructura va desde cómo y dónde nos sentamos hasta qué tarifa o qué normas de asistencia y cancelación se establecen. Dicha estructura debe favorecer el vínculo y el trabajo psicoterapéutico. En esta ocasión, quiero hablar de la parte más física del setting, es decir, del cómo sentarnos y cómo estar ubicados en el espacio dentro de la sala de psicoterapia.

No es lo mismo sentarse ante una persona que está delante de ti con una mesa entre medias, o estar frente a alguien que se ha puesto una bata blanca o tumbarse en un diván mientras el psicoanalista está detrás nuestro o sentarse cara a cara sin mobiliario que se interponga. Todas estas son estructuras o encuadres diferentes que nos llevan a experiencias internas diferentes.

Se podría pensar que el setting no es lo importante, pues lo de verdad importante, y lo que es nuestro campo de trabajo en la psicoterapia, es la realidad psíquica de la persona y no tanto el lugar desde el que estamos actuando. Pero… no es así. Hay encuadres que facilitan más un tipo de trabajo que otro y, por eso, dicho encuadre ha de ser flexible y adaptarse a las circunstancias y las necesidades de la persona que está ahí explorando su mundo interno y externo.

En mi caso, en mi encuadre, normalmente nos sentamos en sofás o sillones cómodos, uno delante de otro, colocados en forma de “uve”, sin mesas entre medias; con una escucha cara a cara del cuerpo, la mente, las emociones, lo somático y lo simbólico. De esta forma favorecemos la relación terapéutica y el contacto interno y externo sin interrupciones. Esta forma de sentarse activa una manera de estar por dentro y una manera de relacionarse por fuera. Un, o unos, estados de la personalidad se mantienen activos mayoritariamente cuando nos sentamos así. Sin embargo, a veces, es necesario cambiar este setting para que otros estados de la personalidad (otras partes del self, otros estados del yo), que requieren nuestra atención, puedan emerger. En estos casos la propuesta es sentarnos en el suelo con cojines, o quitarnos los zapatos y tumbarnos sobre colchones o salir a caminar juntos. Nos puede ayudar a contactar con la niña o el niño que fuimos y con sus necesidades y deseos, con sus dolores internos o con sus rabias insertadas en las vísceras y los músculos, todo ello carente de palabras y cargado de energía vital anhelante de ser vista y liberada. Favorecemos, con este tipo de setting, llegar a lugares internos que, de estar sentados en una silla, no alcanzaríamos. Parecerá exagerado, pero lo cierto es que el lugar y la forma en la que nos sentamos condiciona a mantener la energía vital localizada en un rol concreto o en otro.

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