Misofonía. Hostilidad ante ciertos sonidos

¿Te molestan los ruidos que hace la gente cuando come? ¿Te agitas por dentro si estás al lado de alguien mascando chicle? ¿Te tienes que ir de la habitación cuando alguien golpetea el teclado del ordenador? ¿Es aún peor si los ruidos los hacen tus familiares o amigos? ¿Te parecen desconsiderados y te enfureces con ellos? Si has contestado que sí a estas preguntas, posiblemente padezcas misofonía.

Definición

El término misofonía significa literalmente “odio al sonido” y fue usado por primera vez por los neurocientíficos Pawel y Margaret Jastreboff. Estos autores hicieron referencia a él considerándolo una alteración psicológica caracterizada por una sensibilidad selectiva ante el sonido.  Estudios más recientes lo consideran un síndrome neuroconductual caracterizado por una activación intensa del sistema nervioso autónomo, con reactividad emocional negativa en respuesta a ciertos sonidos para los que se tiene una baja tolerancia.

Las personas que padecen esta alteración son especialmente sensibles a sonidos que carecen de importancia o son imperceptibles para la mayoría de las personas  (como el roce del bolígrafo con el papel, el masticar…) pero que para ellas son especialmente desagradables.  La exposición a estos sonidos les producen ansiedad, angustia, irritabilidad y enojo, así como opresión o dolor en el pecho o la cabeza, tensión muscular, sudoración, disnea, taquicardia e hipertermia. Es usual que presenten conductas evitativas que suelen afectar su habilidad para disfrutar de las interacciones interpersonales.

Aunque afecta a casi el 17% de la población mundial, aún hoy en día no existe un consenso en la definición de la misofonía, y todavía no ha sido contemplada de manera oficial como un trastorno clínico o psicopatológico.

Desencadenantes de la misofonía

Las recientes investigaciones indican que las personas que padecen misofonía son cuantitativamente más sensibles a los sonidos orales y nasales (por ejemplo: roncar, masticar, tararear, respirar fuerte...) seguido de  sonidos ambientales (por ejemplo: el tic-tac del reloj, los clicks del bolígrafo, chasquidos de cubiertos o vasos, pasos al andar, cortar uñas…). Además, algunas personas con misofonía también se activan con estímulos visuales asociados con el sonido (por ejemplo: observar el movimiento de la mandíbula, ver comer, observar movimientos repetitivos de la pierna, sacudir el pie, tocarse el pelo, rascarse...). 

Las respuestas emocionales que se producen en los individuos con misofonía pueden comprender un rango desde la simple incomodidad hasta la ira severa, y siempre van unidas a una mayor excitación del sistema nervioso. Se han descrito respuestas emocionales más intensas o angustiosas cuando los desencadenantes se producen en un contexto familiar con seres queridos o personas conocidas. 

Aunque las personas que padecen misofonía suelan ser conscientes o tener insight respecto a que sus reacciones son excesivas o desproporcionadas, si consideran que esas otras personas que realizan el ruido lo hacen de manera deliberada, su reacción emocional es aún más intensa pudiendo manifestar desde una sensación de pérdida de control hasta comportamientos desadaptativos defensivos o incluso agresivos verbales o físicos hacía las personas que realizan el sonido en cuestión.

Etiología (causas)

Existe poca información en relación a la etiología de la misofonía, y aunque las investigaciones aumentan, aún hoy en día sigue siendo desconocida.

Algunos estudios proponen que los síntomas pueden derivar de una alteración neurológica donde aparece un patrón de conectividad aumentada entre áreas del procesamiento de los sonidos, estructuras límbicas y el sistema nervioso autónomo.

Otros sugieren que tiene que ver con el aprendizaje tanto asociativo (particularmente con el condicionamiento clásico, donde la asociación de un estímulo originalmente neutro, que a priori no provoca ningún tipo de respuesta, con otro estímulo que sí elicita una reactividad no voluntaria, provoca que el estímulo neutro acabe provocando esa misma reactividad) y el aprendizaje no asociativo (que se trata del cambio permanente en la respuesta hacia un estímulo debido a la exposición repetida y prolongada al mismo).

Otros estudios sugieren que los pacientes con misofonía podrían ver alterada su capacidad de atención selectiva cuando son expuestos a sonidos que provocan su malestar 

Algunos autores han relacionado la Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma (ASMR en inglés,  fenómeno biológico caracterizado por una agradable sensación de hormigueo que se siente usualmente en la cabeza, cuero cabelludo o en todo el cuerpo ante estímulos auditivos) con la misofonía. Ambas pueden ser explicadas como una activación cruzada sinestésica entre la corteza auditiva primaria y la ínsula adyacente; con la diferencia de que en el ASMR los sonidos producen relajación y un aumento de actividad parasimpática, y en la misofonía los sonidos específicos generan la respuesta aversiva y un aumento de la actividad simpática.

Otros autores han descrito que los circuitos neurales involucrados en el TOC, en el síndrome de Tourette o en TDAH podrían ser similares a los de la misofonía. 

Evaluación 

Existen escalas y cuestionarios  auto-administrados que se usan para evaluar la misofonía pero también están aún en desarrollo y en proceso de validación. 

Este es un ejemplo de cuestionario para la detección de la misofonía (Shröder et al. 2013):

  1. La presencia o anticipación de un sonido específico producido por un ser humano provoca una reacción física aversiva e impulsiva que inicia con molestia o disgusto e inmediatamente se convierte en enojo.

  2. Este enojo inicia con una sensación profunda de perdida de autocontrol que potencialmente puede derivar en explosiones de agresividad.

  3. El individuo reconoce que el enojo o molestia es excesivo, irracional o desproporcionado a las circunstancias o al estresor que lo provoca.

  4. El individuo tiende a evitar situaciones misofónicas o bien si no las evita las padece con un malestar, enojo o disgusto intenso.

  5. El enojo, malestar o evitación produce angustia o interfiere de forma significativa en la realización de las actividades cotidianas.

  6. El enojo, malestar o evitación no se explican mejor por la presencia de otros trastornos como el trastorno obsesivo compulsivo o el trastorno de estrés postraumático.

Comorbilidad (dos o más trastornos o enfermedades que ocurren en la misma persona)

Existe una elevada comorbilidad entre la misofonía y trastornos de ansiedad, depresivos, estrés postraumático, trastorno obsesivo compulsivo, así como trastorno por déficit de atención e hiperactividad, anorexia nerviosa y trastorno del espectro autista. Es por esto que no hay consenso sobre si se trata o no de una entidad independiente o no. 

Tratamiento 

Los tratamientos para la misofonía tampoco están validados al 100%, pero los más usados son los siguientes: 

1)La terapia cognitivo-conductual (TCC) muestra buenos resultados al romper la asociación de los sonidos con el malestar y devolver al sonido su cualidad de estímulo neutro. 

2) La psicoeducación, tanto al paciente como a sus familiares y amigos, para que puedan entender la misofonía y practicar juntos las técnicas aprendidas. 

3) El mindfulness con el objetivo de ayudar a canalizar la irá y poder interactuar de forma diferente con el entorno focalizando la atención en respuestas alternativas al enfado. 

4) El EMDR (Terapia de desensibilización y de procesamiento por movimientos oculares centrada en el trauma) que se centra en los recuerdos emocionalmente perturbadores relacionados con los desencadenantes de la misofonia.

5) La farmacoterapia se ha focalizado en el tratamiento de la sintomatología comórbida mediante antidepresivos y ansiolíticos, así como metilfenidato (para la distracción atencional que produce la misofonía). 

6) Se sugiere, también, el uso potencial que puede tener la terapia con realidad virtual (TRV) ya que expondría al paciente a estímulos aversivos de forma virtual para trabajar la distracción cognitiva y la desensibilización. 

7) También se habla de que la hipnopsis clínica, autohipnosis, el Brainspotting y las técnicas de Integración Cerebral o EFT podrían dar buenos resultados. 

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