Las personas con TDAH tienen el cerebro diferente
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) sin diagnosticar y sin tratar, puede dificultar mucho la vida puesto que, en muchas ocasiones, está detrás del bajo desempeño escolar o laboral, de los problemas sistemáticos con la ley, de los accidentes automovilísticos, del consumo de sustancias y alcohol y de los intentos de suicidio. Hace años se creía que sólo los niños lo padecían y que con la edad desaparecía, pero esto no es así, el TDAH, aunque cambia sus manifestaciones con la edad, se mantiene crónico a lo largo de toda la vida. En la actualidad, hay un gran número de adultos, que nunca han sido diagnosticados, a los que la vida les cuesta más que al resto porque padecen este trastorno sin saberlo y sin tratarlo. Por todos ellos quiero hoy hablar del TDAH.
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, que comienza en la infancia, evoluciona a lo largo de la vida y se mantiene en la adultez. Se calcula que uno de cada veinte niños/as padece este trastorno y que más de la mitad lo sigue padeciendo en la adultez, aunque este porcentaje podría ser incluso mayor porque la psiquiatría de adultos no suele diagnosticarlo. No se conoce del todo qué factores provocan que el trastorno persista, aunque se sabe que la falta de un tratamiento adecuado a tiempo puede ser uno de ellos.
El cerebro de las personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es diferente al del resto de la población, de ahí que se les considere neurodivergentes. ¿Quieres saber en qué son diferentes? Bien, por un lado, en el TDAH predomina un funcionamiento irregular de unos neurotransmisores cerebrales denominados catecolaminas, en concreto, la noradrenalina (llamada también norepinefrina) y la dopamina. Y por otro lado, se han encontrado diferencias anatómicas y estructurales en las regiones frontales del cerebro (sobre todo, la corteza prefrontal) y en algunas regiones subcorticales (núcleo accumbens, núcleo caudado, putamen, hipotálamo y amígdala). La corteza prefrontal es la encargada planificar, organizar, memorizar, controlar los impulsos, de ahí que las personas con TDAH tengan dificultades en estas áreas. El núcleo accumbens y la dopamina tienen un papel central en el procesamiento de la sensación de recompensa, esto se relaciona con los problemas de falta de estímulo, desgana, insatisfacción y desmotivación presentes en este trastorno. La noradrenalina se relaciona con los procesos de atención principalmente (en combinación con la dopamina), de ahí que, si hay una producción irregular de noradrenalina, los procesos atencionales se vean afectados. Las alteraciones registradas en la amígdala son relevantes para entender los problemas de regulación emocional que afectan a las personas con este trastorno. ¿Por qué es importante saber todo esto? Porque tener TDAH supone tener una diferencia real en varias estructuras cerebrales, con los pros y los contras que esto supondrá. Esto es, no es un problema de falta de educación de padres a hijos, no es una etiqueta usada indiscriminadamente para señalar niños difíciles, es una diferencia cerebral real.
Los síntomas principales del TDAH son la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad, con todas las manifestaciones conductuales que cada uno de ellos conlleva, y se complementan con disfunción ejecutiva, mala gestión del tiempo, hiperfocalizacion, procrastinación e inestabilidad emocional. Para determinar que es TDAH, estos síntomas han mostrarse antes de los 12 años de edad, han de ser consistentes en el tiempo y han de aparecer en más de un entorno vital (familiar, escolar, laboral…) afectando negativamente el funcionamiento de la persona en ellos. Este trastorno se manifiesta de tres formas diferentes, o tres subtipos. Está el subtipo hiperactivo-impulsivo (TDAH, con la H de hiperactividad), que presenta sólamente estos dos síntomas, el subtipo inatento (TDA, sin la H), que cursa sin hiperactividad ni impulsividad, y está el subtipo combinado.
La hiperactividad en los niños es de tipo motor, manifestándose, por ejemplo, con grandes dificultades para quedarse quietos, interrupciones constantes en las conversaciones y alborotos que molestan mucho a los adultos. A medida que la persona va madurando, la hiperactividad motora se va transformando en una hiperactividad interna, que se siente como una inquietud constante y una incapacidad para relajarse y para regularse emocionalmente.
En la adultez, la hiperactividad y la impulsividad se van atenuando mientras que la inatención, las dificultades en la concentración y la desorganización van ganando importancia. Es importante saber que las personas con TDAH, para poder concentrarse, pueden necesitar aislarse de cualquier tipo de estímulo (por ejemplo, necesitarían silencio absoluto para estudiar) o buscar estados de mayor activación interna como, por ejemplo, dejar las cosas para el último momento. Y para evitar el aburrimiento, pueden necesitar empezar varias tareas a la vez (aunque luego las dejen sin terminar).
En cuanto al componente atencional, aunque se dice que hay un déficit en la capacidad atencional, algunos investigadores apuntan que, lo que de verdad ocurre, es que las personas afectadas por este trastorno pueden deambular su atención de una cosa a otra sin poder concentrarse en nada; o por el contrario, pueden prestar una hiper-concentración (o hiperfocalización) a algo cuando ese algo les interesa sin poder cambiar de foco aunque sea necesario. El problema, entonces, es poder regular y focalizar su atención.
No está clara, hasta el momento, la causa exacta del TDAH. Las investigaciones apuntan a factores de tipo genético y hereditario, así como factores biológicos como sufrimiento fetal durante el parto, prematuridad o bajo peso al nacer; o factores socio-ambientales adversos como conflictividad familiar o enfermedades mentales en los progenitores.
Psiquiatras, pediatras, psicólogos clínicos, neuropediatras y neurólogos son los profesionales que pueden realizar un diagnostico de TDAH. Entrevistas clínicas con ayuda de tests autoaplicados, así como un estudio neurológico, pueden ser formas de empezar el diagnóstico.
La detección y diagnóstico del TDAH en la escuela primaria es especialmente relevante, puesto que es en estos años en los que se adquieren muchas habilidades y conocimientos básicos de lectura, escritura, cálculo y sociabilización. Es importante saber que la capacidad de detección varia según el subtipo y el género de la persona. El TDAH es más fácil de detectar que el TDA, y en los niños se suele detectar antes que en las niñas. Esto es porque los niños suelen destacar por ser demasiado movidos o impulsivos (TDAH), mientras que las niñas generalmente pueden mostrarse lentas y tranquilas (TDA) y la desatención no se ve hasta más tarde.
El tratamiento del Trastorno por déficit de atención con hiperactividad tiene tres pilares básicos: la psicoeducación, la medicación y la psicoterapia, y son los mismos tanto en población infanto-juvenil como en población adulta.
La psicoeducación se encarga de explicar al paciente y a sus familiares en qué consiste el TDAH, cuáles son los síntomas principales, qué dificultades puede conllevar, por qué le ocurre lo que ocurre y se les ayuda a desarrollar estrategias para hacer más fácil su día a día.
Los medicamentos tienen una larga trayectoria en el tratamiento del TDAH y son claramente eficaces. El objetivo de los mismos es incrementar la Dopamina y/o la Noradrenalina en la corteza prefrontal para mejorar la atención, la concentración, la función ejecutiva y la vigilia. (9)
La psicoterapia ayuda al paciente principalmente a mejorar su autoconcepto y autoestima, en el desarrollo de una auto-regulación emocional eficaz y en la detección de fortalezas y recursos eficaces.