El monstruo del ataque de pánico y sus mentiras

Las personas que sufren ataques de pánico no consiguen diferenciar las emociones que lo desatan, las sensaciones y pensamientos que lo agravan y los comportamientos que lo mantienen. Tan sólo experimentan una amalgama absolutamente egodistónica de pensamientos, emociones y sensaciones físicas que las llevan a creer que se van a morir, que se van a volver locas y que nunca más van a poder ejercer control sobre sus vidas. Es como si un monstruo maligno las secuestrara, invadiendo cada área de su ser, amordazando todos sus sentidos, haciéndolas creer que no son nada, no pueden nada y que no hay salida.

El monstruo te hace pensar que: “Esto nunca terminará. Cuánto más te resistas más me quedaré. No tienes el control ni lo vas a tener nunca más. Te vas a morir. Estás loca/a. No hay salida. No tienes remedio. No tienes recursos. Quieres luchar contra mi pero yo soy más fuerte. Ni se te ocurra decir lo que te pasa porque nadie te va a comprender. Si lo cuentas, vas a demostrar aún más tu debilidad y ¡tú ya sabes las consecuencias! Cuánto más luches en mi contra más me pego a ti.”

Hace que te desapropies de tus emociones:

“Ni enfado, ni miedo, ni confusión, ni duda, ni tristeza, ni impotencia, ni pequeñez, ni soledad, ni vergüenza, ni terror … ¡No las sientas! ¡No las nombres! ¡Ni se te ocurra identificarlas! Así yo aunaré todas ellas indiscriminadamente y te amargaré la vida” (y ahora sonaría una risa malvada ja-ja-ja-ja)

Provoca que tu sistema de alarma se hiper-active:

“Tu cuerpo es tu enemigo. Témelo. No te relaciones bien con él. Es algo terrorífico, se ha vuelto loco. Las palpitaciones, la sudoración, la sequedad de boca, el mareo, el entumecimiento, la falta de aire, el vahído, ... ¡Todo va mal porque tu cuerpo está mal! Y lo mejor es que ¡nunca cambiará!”

Te obliga tener comportamientos:

“Da vueltas y vueltas y vueltas a lo mismo. Entra en bucle. No dejes de obsesionarte. ¡Anticipa lo peor y asústate! Así no saldrás a la calle ni te relacionarás con nadie y yo seguiré siendo tu dueño. Evítalo todo. Abandona. Finge que todo va bien y vete. Escóndete. Aíslate

¡MENTIRA!

Pues bien, si en el proceso de terapia conseguimos identificar

- qué emociones disparan la ansiedad y de ahí el pánico;

- qué heridas infantiles magnifican negativamente la percepción de las situaciones actuales (ej. herida de abandono, de rechazo, de humillación, de traición, de injusticia…);

- qué comportamientos evitativos y de escape (ej. cancelar una cena de amigos, no salir a comprar lo que necesita, bajarse del autobús antes de llegar a su parada, …), así como de seguridad (ej. sentarte cada vez más cerca de la puerta en el tren, esperar a subir solo/a en el ascensor,…) hacen que se mantenga;

- y qué necesidades no están pudiendo satisfacer en sus vidas (ej. regulación interna o externa, estabilización, validación, presencia sin juicio, …);

y si, además, son muy valientes y afrontan el miedo al miedo con coraje y determinación, entonces, encuentran la salida, se deshacen del monstruo y sus mentiras, y sus vidas pueden volver a tener su luz y su color.

Este post va en honor a todas las personas que se han encontrado alguna vez con este monstruo, tanto si han logrado deshacerse de él, como si aún están en ello. Honro vuestras vidas y vuestros recursos.

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